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sábado, 20 de octubre de 2007

Humos...

Mi cabeza se siente pesada, como un ladrillo remojado... Por lo que me muestra el espejo, también se ve como uno. La sangre gotea lentamente, la herida ya no es nueva. Mis "guardias" miran con caras adormecidas, ha pasado un rato ya desde que terminó lo interesante y, por lo que recuerdo, debo haberme desmayado cuando iban en el quinto dedo. Miro mis pies, esperando encontrar nada más que una masa sanguinolienta o algo peor, y me sorprendo sinceramente al ver que sólo dos o tres de mis dedos apuntan en ángulos extraños. El resto, aunque de insanos tonos purpúreos, mantiene su forma original. Bueno, relativamente.

Si tuviera que comenzar por algún lado, diría que todo esto fue culpa de ella. Desde el instante en que la sentí supe que no debía tomar este caso. Su olor, al entrar a mi oficina, era el de mujeres que pasan su vida de club en club, nada apropiado para señoritas decentes en esta época de hoy, y algo que seguramente significaba problemas. Llevaba un vestido negro y un abrigo de piel, y parecía no tener ningún miedo en el mundo. Sólo su tono de voz al dirigirse a mí me dió finalmente la confirmación que necesitaba, nada bueno saldría de esto.

Su hermana había sido asesinada. ¿O era su esposo que la engañaba? Quizás sólo quería que vigilara a cierto matón que llevaba persiguiéndola algún tiempo... Sinceramente no lo recuerdo, y tampoco importa mucho pues, desde el minuto que acepté el caso, todas las cosas comenzaron a salir mal. Podemos mencionar, por ejemplo a mi abogado que, en un bizarro accidente, se suicidó de 17 puñaladas en la espalda y posteriormente se lanzó al río con una piedra amarrada a sus pies. Toda una tragedia pues todavía no le cobraba el último trabajo que había hecho para él.

Puede haber sido la absurdamente alta cuenta de luz, o esos enormes frigoríficos que se encontraban bajo su casa, o incluso los gritos abismales de torturas indecibles que acosaban mis sueños tras visitarla, pero no pasó mucho tiempo hasta que me diera cuenta de que me encontraba exactamente donde un hombre como yo nunca debía encontrarse. Como en aquellas absurdas películas de detectives en blanco y negro, una femme fatale acababa de dar término a mi carrera y encontrar un chivo expiatorio a alguno de sus crímenes. Tras un par de días de husmear en basureros, tomar fotos de hampones notorios y escarbar en la vida de mi nueva cliente, comencé a notar que algo no andaba precisamente bien.
Los ojos de la gente sabían demasiado. Sus caras, al mirarme, cambiaban de expresión inmediatamente, como si estuviesen tratando directamente con un ser del más allá o... Writers Block. Help Anybody?

miércoles, 3 de octubre de 2007

El abismo (Colaboración Especial)

Probablemente algunos de ustedes, lectores de ingeniería, recuerden cierto pasquín que solía correr por los pasillos de nuestra universidad. Pues bueno, en una de las menos que infinitas ediciones de éste, salió publicado un cuento, por cierto amigo, que se ajusta de manera ideal a la línea editorial que últimamente lleva este blog. Sin más, lean.

El obscuro Abismo se abría profundo y sórdido. Su negrura inexpugnable era casi tan espeluznante como los execrables vahos que de él emanaban y que hacían presagiar a cuantos se acercaban el triste destino que les esperaría si caían en sus entrañas. Desde el fondo un extraño rugido, como de olas gigantescas golpeando negras y afiladas rocas, se dejaba oír apenas perceptible. Sin embargo este leve murmullo, este eco que parecía soplar desde tiempos infinitos recorriendo lentamente distancias infinitas capaz de enloquecer a cualquier criatura expuesta a su disonante tortura, no dejaba de tener un atractivo morboso que susurraba mi nombre y que me hacía dar a cada momento un nuevo paso hacía el Abismo. Contra todo sentido común, contra todos mis instintos y a ratos incluso contra mi propia voluntad, me acercaba más y más a un final tan horrible que ni los delirios oníricos del peor de los demonios de las Profundidades habría podido concebir. Por un instante creí ver un atisbo de luz, creí que podría escapar del espantoso atractivo que a la sazón subyugaba por completo mis potencias superiores. Pero pasó, como pasa el último rayo de luz antes de que sobrevenga la total obscuridad. Rápido, tan rápido como el alma abandona el cuerpo de el moribundo, acaso solo era una obscuridad ligeramente inferior a la obscuridad absoluta que me circundaba, acaso ya comenzaba a perder la razón y mis sentidos alucinaban. Desesperado comencé a buscar una salida, una escapatoria, mi cuerpo ya no me obedecía, mi mente a duras penas lo hacía, con el mayor esfuerzo que jamás haya hecho logré mover los ojos e intenté ver algo en la noche profunda. Todo fue inútil, la obscuridad que me rodeaba no era solo ausencia de luz, era de una materia maligna, tejida de odio y rencor, por quien sabe que abominaciones. Entonces me rendí. Ya no estaba dispuesto a luchar y retrasar lo que, fuera de toda duda, se presentaba a mi mente enferma como un final inexorable. Irónicamente mis pasos se volvieron más lentos, como si el espíritu inmundo que me poseía quisiera gozar de mi lenta agonía, prolongándola con sus artes demoníacas más allá de todas mis fuerzas y de todo lo que malamente podía soportar. El dolor y la desesperación se hacían más y más intensos con cada paso que daba, cuando me creía desvanecer de amargura una negra fuerza dentro de mi me sostenía obligándome a contemplar como desde fuera mi propia agonía, mi pausado avance hacía la muerte. La incertidumbre me helaba el alma, mi cerebro se deshacía en convulsiones y espasmos que no hacían sino aumentar la tortura y sentía todo mi cuerpo atravesado por miles de finas agujas frías como el hielo. Sabía que el horrible final estaba delante de mí ¿Cuándo llegaría? ¿Ahora? ¿Tal vez al siguiente paso? No había manera de saberlo.

Y caí. Y al caer recupere todas mis facultades, dándome por primera vez cuenta de lo espantoso de mi situación. La caída se prolongó, no sabría decir si por segundos o tal vez semanas. La velocidad vertiginosa me impedía respirar, pasaba con una rapidez asombrosa de los más insufribles calores que me secaban la garganta y los ojos a fríos punzantes como el acero. Creía ver leves destellos de un fuego mortecino en los que se formaban apariciones diabólicas que me sonreían con una sonrisa vacía, pero las dejaba atrás antes de poder comprobar si eran o no meras alucinaciones. A ratos me parecía oír estridentes carcajadas llenas de una tristeza tan honda como mi desesperación, tal vez solo fuera el viento silbando en mis oídos o un producto de la imaginación de un cerebro enfermo bajo las peores torturas. Súbitamente algo cambio, ya no había carcajadas ni demonios rondándome, solo un completo silencio y el viento soplando en mi cara. El olor a azufre presente a lo largo de todo mi macabro descenso se volvió más intenso. Algo imperceptible vino desde las profundidades. Quizá era el sonido de mi cuerpo al atravesar la densa atmósfera rebotando contra un fondo irregular. Y todo se acabó.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Rigor mortis


El escritor mira sin interés a su alrededor. Han pasado semanas desde que escribió algo por última vez en esa máquina maldita y no logra atar el nudo sobre su historia. Lo más difícil de escribir una autobiografía completa, como todos saben, es el final. No sería completa si el escritor estuviera vivo al terminarla y lamentablemente, si de hecho lo es, el escritor no verá nunca el éxito, no escuchará las críticas y no saboreará el triunfo o la derrota que vienen con la publicación.
Escribir no tiene nada nuevo, ha estado alrededor del hombre por milenios y se ha escrito sobre todos los temas, en todos los estilos. Por esta razón nuestro escritor, un tipo nada normal, ha decidido escribir la primera autobiografía completa en la historia de la humanidad. Para eso, armado de una paciencia interminable, y empujado por una locura galopante, ha anotado toda su vida, en cada trozo de papél o sucedáneo que alguna vez cruzó sus manos. Sus dedos, negros y callosos ya por la tinta y el trabajo, han dejado de sentir los lápices, las teclas, e incluso el frío ártico de su vaso de whisky. Nada de eso importa de cualquier modo. Su tarea ha sido completada de manera exitosa, pues revisando las páginas ve con orgullo que no hay pensamiento sin plasmar o acto sin explicación, lógica y detallada, como debe ser.
La lista de cosas que hacer está completa... bueno, casi. El árbol esta plantado, el libro casi escrito. Su esposa murió hace algunos años, y dado que nunca tuvieron hijos, no tiene duda alguna de poder terminar su obra sin herir a nadie. Así, depués de una espera que parece nunca acabar, la realización de lo que debe hacer lo golpea de manera súbita y, en un último momento de gloria, despeja su antiguo escritorio de todo menos la máquina, el papel, su fiel pluma y la tinta.
Escribe frenéticamente, rellenando la últimas dos semanas, los altos y los bajos, sus propias dudas respecto a su capacidad, y la enorme felicidad que lo embarga en este instante.
Todo sale bien, las hojas ordenadas parecen pedir felizmente ser marcadas por la máquina, impresas para siempre en tan noble libro. La tinta baila a través del aire, en su loca travesía hacia aquel golpe de gracia.
Y finalmente, nuestro hombre llega a la última línea. No pondré aquí lo que escribe, pero todos pueden imaginarlo. Digamos que va por las líneas de "...murió felizmente, haciendo lo que quería y completando así la primera autobiografía completa del mundo. Fin."

Al tocar ese último punto, literalmente, sus dedos, tiesos y sin vida, caen finalmente sobre el papel, derramando la tinta que una vez usara para escribir, y dejando así su última firma, que nadie verá jamás. Su acompañante, de largos y tiesos dedos, espera pacientemente a que su cliente arregle lass cosas para el camino que han de recorrer. Aunque no tiene ojos, puede ver claramente la obra del hombre y, no teniendo nada mejor que hacer, se sienta pacientemente a esperar, en un cómodo sillón -negro, por supuesto- y lee atentamente tan extraño libro.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Desde el abismo...


Lo siento al despertar. Algo en el aire me grita que no va a ser un día normal. Nada nuevo, no he tenido días normales en mas tiempo del que me gustaría. Decido no levantarme, dormir un poco más nunca le ha hecho daño a nadie y además no se mueve ni una mosca en la casa. Despierto sudando, no de miedo, ni de frío sino simplemente de dormir demasiado abrigado cerca de la ventana. Tomamos desayuno, bueno como no tomaba en meses, y decidimos ir a remar. El lago está bajo, no ha llovido y no auguran buenas cosas para el verano así que aprovechamos mientras podemos. El agua es turbia, pero no me molesta, desde que la conozco ha sido así y eventualmente uno se acostumbra a ello. Quizás no debiera haberlo hecho. Nos subimos a los botes y empezamos a remar. Es bueno, más rápido que yo, pero no importa, no es una competencia. Cuando finalmente me canso comienzo a mirar a mis alrededores. . . Pasa el tiempo y uno, perdido en la nada bajo el sol, se deja secar. De una u otra forma, termino parándome en el kayak. Ahí me doy cuenta, mala idea. Las cosas pasan antes de que pueda reaccionar. Esa ola golpea de lado, pierdo el equilibrio, y por un segundo parece que estuviera caminando sobre el agua. Lamentablemente, no es así. El agua esta fría, y con desesperación intento aferrarme al bote, antes de que se vaya muy lejos. En mi miedo irracional, logro subirme al kayak, pero no
sin hacer un alboroto bastante grande. Y entonces sucede. Me subo, piernas colgando, y desde el fondo veo venir, como de una pesadilla lovecraftiana, fauces antediluvianas, abiertas y oscuras que de un mordisco desaparecen mis pies. No lo creo y, aunque veo la sangre, el dolor nunca llega.
Cuando finalmente reacciono, ya es demasiado tarde, sus colmillos se ciernen alrededor mío, de un solo mordisco me devora y parte el kayak en dos. . .

No queda nada, dos pedazos de plástico flotando, sangre en el agua, y un amigo muy asustado. Todo lo veo desde afuera, desde adentro, desde mis propios ojos y reflejado en los ojos de la bestia en un eterno segundo final...

...siempre insistí en que no pusieran plesiosaurios aquí.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Parece que no soy el único que se embrutece con Phil, sino preguntenle a la gente de Cadbury's...


En fin, son un poco más literales, y tienen más plata... quizás si el próximo artículo lo escribo vestido de gorila?

sábado, 8 de septiembre de 2007

Música maestro!


Cuando pienso en música dos cosas vienen a mi mente. Música que yo he encontrado y música que me ha encontrado a mi. La música que has encontrado es interesante y hasta cierto punto dice quién te haces, pero la que te encontró a ti... Esa dice quién eres, como si viniera en tu ADN o estuviera tatuado en tu cerebro. Despierta las peores o mejores emociones. Trato de no escucharla en el auto, podría matar a alguien o tirarme de un puente de la pura emoción.
"In the air tonight" es una de esas canciones. Genera sentimientos absolutamente irracionales, te sientes perseguido, enojado y casi surrealista.
Supongo que uno si puede vivir la vida como en una película, sólo hay que ponerle un buen soundtrack. La canción empieza lenta, despacio, te recrimina, te mira feo. Te dan ganas de subir el volumen, aunque sea un poco.... pasa el tiempo y uno ya cree que no viene nada más, que te vas a tener que quedar enojado nomás.
Y entonces te atropella el final, las baterías entran de golpe y tan fuerte que saltas. Es como si hubieras estado guardando toda la energía de la canción y la soltaras en ese instante. Esa es lejos la parte más peligrosa, ahí se sueltan las ansias asesinas, animales, como de lobo hambreado, rodeando a la presa, esperando atacar, hasta el clímax.


Hay otro tipo de canciones en este mismo grupo, las que te hacen sentirte "larger than life", esas canciones llenas de un sentimiento nostálgico y un mensaje que parece salir del mismo y levantarte con cada uno de sus compases...
Queen hace eso, te saca absolutamente de tus casillas cuando menos te lo esperas, te puede dejar destrozado con una canción o levantar cualquier problema con otra. Basta tomar por ejemplo "Who wants to live forever" que puede dejarte muy, muy mal o "Don't stop me now" que es bastante buena para los días grises como hoy.

Y finalmente, las canciones con estilo. Esas ni vienen a ti ni tu las encuentras, estan ahí, como una especie de monumento al poder de la música y ni siquiera sabes si alguna vez no lo estuvieron. Un geek consumado puede sentirse como un dios con estas canciones, de alguna manera logran hacerte bailar, mover los huesos, incluso a pesar de tu geekeza.

Truly, i bow before music.

domingo, 19 de agosto de 2007

Cavilaciones.


Hoy desperté contento. Puede ser el silencio en mi pieza, el hecho de que ese maligno rayo de sol que se escapa por detrás de la cortina hoy no vino a trabajar o simplemente que hoy es domingo. No tengo la menor idea. Hasta el random del computador parece poder elegir "justo" las canciones que quería oír. La pecera se ve más limpia, el frío muerde menos y la cama me quedó más estirada cuando la hice. Excelente. Lo único malo es que tengo que estudiar. Perder toda esta inercia, agarrar un cuaderno y darme repetidas veces con el en la cabeza a ver si logro que entre la materia. Me iría a acampar ahora YA. Quizás arme la carpa en el jardín... a ver si estudiar es más entretenido de esa forma. Estudiar de cabeza funciona, pero sólo para cosas en que no hay que escribir, mira que sostenerse sólo con el craneo no es fácil. Especialemente si tu cabeza es redonda, como la del 90% de los seres humanos.
Hoy sería malo de película. Esos de las películas que uno sale contento porque cuando el heroé ganó y todo, vemos salir una mano de bajo las cenizas, con "cara" de secuela. No es mala vida, una isla en el pacífico, peones que hagan lo que mando, misiles nucleares y piscinas con tiburones. Ah, y por supuesto, una mesa con un láser, para cortar al héroe de turno.
Nunca entendí muy bien esas películas...
Creo que venden islas así, sino voy a construirlas, por supuesto, con cosas rusas. Son más malignas y fallan, algo necesario para cualquier supervillano que se precie de tal, no? Lo más complicado sería conseguir peones. Voy a poner un aviso de poleras gratis o ofrecer esas pulseras de goma que fueron la sensación del verano. Alguien llegará, no?