
Puedo verlo claramente, se mueve con esa torpeza típica de las bestias terrestres, aunque como ya no camina, esta se ve exagerada hasta ser casi cómica. Vuelo a su alrededor, midiendo, deleitándome en lo que inevitablemente ha de venir. Nunca debió haber venido a estos territorios, no pertenece. No vuela, tiene sólo dos piernas y no esta cubierto de suficiente pelo o plumas como para sobrevivir. Ni garras tiene. Eso no impide que dificulte las cosas, pues capa tras capa de insípido y molesto tejido cubre todas las partes sabrosas... No importa, unas vueltas más. Hoy tengo suerte, nadie mas cerca, parece que la presa vino sola y va a morir sola. No importa, yo le hago compañía. Extraño afán este de las bestias terrestres. Debieran aceptar quienes dominamos las alturas y dejarnos tranquilos. Solo una de vuelta más, ya no se mueve.
Bajo lentamente, si está vivo no quiero asustarlo. Me acerco cauteloso y justo entonces lo oigo. Todavía respira... No es que tenga algún reparo, va a estar más tibio.

1 comentario:
Muy bueno, genial el rambling de hoy!!... Siempre me ha gustado saber cómo se siente un marsupial...
Gracias!
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